Sin duda, el gran acierto de Ian Fleming fue prefigurar en su James Bond al individuo insolidario y de conciencia blindada de la posmodernidad. [Arriba, Ian Fleming; abajo, Antonio Tello con Roger Moore durante el rodaje de Moonraker, en Río de Janeiro, en 1979]
Cuando la conciencia estalla en los confines de la nada su explosión es un brillo fuera del mundo. (Nadadores de altura)
sábado, 29 de marzo de 2008
Ian Fleming, el papá de James Bond
Sin duda, el gran acierto de Ian Fleming fue prefigurar en su James Bond al individuo insolidario y de conciencia blindada de la posmodernidad. [Arriba, Ian Fleming; abajo, Antonio Tello con Roger Moore durante el rodaje de Moonraker, en Río de Janeiro, en 1979]
Ruido de cacerolas en Argentina
lunes, 24 de marzo de 2008
LA MUERTE [IN] DIGNA DE CRISTO
viernes, 14 de marzo de 2008
El vacío del Universo
sábado, 8 de marzo de 2008
Día Internacional de la Mujer Trabajadora
viernes, 7 de marzo de 2008
El voto de sangre de ETA
jueves, 6 de marzo de 2008
NanoArt, paisajes interiores de la materia
Uno de los objetivos del arte es reproducir la realidad en sus más diversas dimensiones. No sólo aquello que se ve sino aquello que la intuición del artista puede percibir cuando atraviesa los sentidos; cuando supera el escudo de lo evidente y penetra en las sombras y el silencio que conforman el tejido y la estructura de la realidad. La obra artística es la recreación de lo entrevisto en ese viaje de exploración que emprende el artista -poeta, pintor, escultor, músico- siguiendo los caminos del mundo, del universo o de la condición humana.
El arte resulta así el impulso vital del deseo de conocer propio del ser humano. Es el impulso primario e irreprimible que llevó a Eva a probar el fruto del árbol prohibido. El Árbol de la Ciencia, del Bien y del Mal. ¿Cómo no preguntarse entonces si el arte y la ciencia eran una misma obsesión en el origen?
Son incontables los modos y recursos que el ser humano ha adoptado para conocer. Desde el temblor místico del cazador que dibuja el bisonte en la pared de una cueva hasta el gesto preciso del astrónomo que alza el telescopio a la noche cósmica; desde el poeta que escribe un verso oído en el abismo hasta el físico que intuye la mecánica celeste o una fórmula, E=mc2, por ejemplo, que abre una ventana en el tiempo y el espacio.
Cris Orfescu, un artista y científico rumano emigrado a EE.UU., propone ahora una nueva vía artística a la que llama NanoArt. El microscopio electrónico y los más avanzados recursos tecnológicos sustituyen aquí al pincel o al buril, pero la vieja inquietud por conocer es la misma. «El NanoArt puede ser para el siglo XXI lo que la fotografía fue para el XX», dice Orfescu. Las pinturas y esculturas micromoleculares nos hacen visibles los ignotos paisajes interiores de la materia. [Imagen: Molécula de cloruro de cesio, Antonia Denkova]
sábado, 1 de marzo de 2008
La cabeza de Johann Sebastian Bach
LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD
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