Informan los medios de comunicación que el actor David Carradine fue hallado muerto en la habitación de un lujoso hotel de Bangkok. Carradine pertenecía a una familia de actores y aunque trató de joven de eludir la profesión familiar no pudo evitar su sino. Primero quiso ser granjero y después siguió el camino de la flor, la paz y el amor vagabundeando de comuna en comuna, pero finalmente pudo más el poderoso influjo de los personajes de Shakespeare y Miller que su arrebato de rebeldía.
Fue así que un día se convirtió en Kwai Chang Caine, el Pequeño Saltamontes, como le llamaba su maestro en kung fu, en la famosa serie televisiva de este nombre. Encarnando a un monje shaolín que buscaba a su hermano huido de China recorrió el Lejano Oeste desfaciendo entuertos valiéndose sólo de su habilidad en las artes marciales y su fortaleza espiritual. El éxito de la serie le dio fama internacional y trabajó para directores como Scorcese, Bergman, etc.
«Cuando encuentras tu camino, el cielo parece más dulce», le había dicho el maestro al Pequeño Saltamontes, pero Carradine no parecía estar seguro de haber encontrado el suyo. Una desazón existencial lo hacía sentir incómodo en el mundo y las drogas y el alcohol amenazaron con apartarlo de él. A mediados de los noventa, la resurrección de la serie -Kung Fu: La leyenda continúa- y el papel de Bill, el implacable e impasible asesino de Kill Bill I y II, de Quentin Tarantino parecieron devolverle a la luz, aunque las huellas del tiempo y de los excesos eran patentes en su rostro.
Ahora, a los 72 años, mientras filmaba una película en Tailandia, ha sido hallado sin vida en la habitación de su hotel. Dicen que estaba desnudo y colgado en el interior de un armario, donde habría muerto en el fallido intento de un ejercicio masturbatorio. Acaso, cuando la soledad se le hizo insoportable en la búsqueda del dulce camino, Kwai Chang Caine volvió a escuchar al viejo maestro que le decía: «Saltamontes, sé tu mismo. Y nunca temas quedarte desnudo ante los ojos del resto».