viernes, 26 de junio de 2009

LA IDENTIDAD DE LOS PÁJAROS

Xing Xu y James Clark, palentólogos del Instituto de Paleontología Vertebrada y Paleoantropología de Pekín y de la Universidad de Washington, informan en la revista Nature del hallazgo de un pequeño dinosaurio vegetariano, que vivió hace 160 millones de años. Dado que los huesos de este animal prehistórico se fosilizaron en el fango se le llamó Limusaurus inextricabilis, que significa «lagarto atrapado en el barro».
La noticia podría pasar desapercibida como otras tantas noticias científicas, si no fuese porque este hallazgo confirma la teoría de que las alas de las aves surgieron de tres dedos de las patas de los dinosaurios, en particular los llamados terópodos, que en su mayoría son carnívoros, como el Tiranosaurio Rex, de cuya voracidad y eficacia para la caza dio cuenta la película Parque Jurásico.
En 1997, en Extraños en el paraíso, en el capítulo dedicado a «La identidad como referencia existencial y vital», señalaba cuán importante era «constatar hasta qué punto la naturaleza del hombre, su estar en el mundo, depende también de su identidad biológica.» Es decir, recordar el «origen único de la vida y la identidad común» a partir de una arqueobacteria que fue la única entidad viva del planeta durante sus primeros 2 mil millones de años.
Las poderosas intuiciones de Charles Darwin, con su teoría de la evolución de las especies; Karl Ernst von Baer, quien constató que los embriones de los distintos vertebrados presentan mayores similitudes cuanto menor es su edad, y, entre otros Ernst Haeckl, cuya «ley de la recapitulación» establece que el desarrollo embrionario reproduce la historia evolutiva de los antepasados, han permitido establecer ese común origen. Sobre estas bases y no obstante las diferentes apariencias externas es posible comprobar que existe una semejanza «en la estructura ósea de las extremidades anteriores de la ballena, el murciélago y el hombre. Semejanza homóloga, como se la denomina, que también observamos en las aletas de los peces, las alas de los pingüinos y las alas de las aves.
El eslabón perdido de esta secuencia evolutiva, enterrado en el barro durante millones de años, ha sido al fin hallado y tiene el nombre de Limusaurus inextricabilis. Ahora bien, si a lo largo de su relativamente corta historia el ser humano ha sido capaz de acumular tantos conocimientos guiados por la razón, cabe preguntarse qué error genético, qué grieta de la inteligencia, hace que tantos sigan creyendo -y hasta matando- que la identidad humana nace de la idea de nación. Ante esta enorme torpeza que distorsiona la realidad me pregunto si los dinosaurios realmente se extinguieron.
Imagen: Limusaurus inextricabilis. Nature.

jueves, 18 de junio de 2009

LA MUERTE LIBERA A OTRO ASESINO DE LA TRIPLE A

El pasado 5 de junio, Rodolfo Almirón murió en una cama de un centro hospitalario de Ezeiza, Argentina. Dicen que su mal no era ningún sentimiento de culpa sino una embolia cerebral que le sobrevino a los 73 años.
He esperado unos días antes de escribir sobre esto, porque algo en mi interior se rebela cuando la lentitud de la justicia permite que la muerte libere a quienes se han permitido la soberbia de asesinar impunemente. Este Almirón era uno de los jefes de operaciones de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), la organización parapolicial fundada por José López Rega, con la anuencia del general Juan Domingo Perón, que mató a más de mil políticos, intelectuales, diplomáticos y jóvenes y obligó al exilio a muchos más, rompiendo para siempre sus vidas y distorsionado sus lazos familiares. [Aún recuerdo las octavillas "repartidas" con una bomba de alquitrán que la Triple A hizo estallar a fines de octubre de 1975, en la plaza Mójica de Río Cuarto, con la amenaza de muerte a diez personas entre las cuales me encontraba].
Pero si doloroso es el recuerdo de aquella miserable época que prologó la dictadura militar que sucedió al gobierno peronista, repugna que estos individuos no hayan sufrido castigo alguno. Ni siquiera el de esa justicia poética que alguna vez reclamé para los responsables de crímenes de lesa humanidad condenándolos a vivir en libertad sin los atributos del poder.
Repugna asimismo que eso que se dice «pueblo argentino» siga glorificando con su voto a quienes prohijaron tanta barbarie, pues no debe olvidarse que el peronismo nació en el seno de la dictadura militar que en 1930 rompió el orden constitucional, porque había llegado la «hora de la espada», como escribió Leopoldo Lugones, ese poeta fascista que, al menos, tuvo la dignidad de volarse la tapa de los sesos.
Repugna la estupidez de esa masa bárbara que bebe las babas del diablo y ahoga a todos en la corrupción y la ignorancia. ¿Cómo decir de Argentina que es un país culto cuando aún siguen campeando a sus anchas los corruptos y los viejos torturadores envejecen en sus domicilios o mueren sin condena, disfrutando de las fortunas que les dejó el latrocinio? Quizás después de esta pregunta retórica muchos se expliquen porqué no siento ninguna nostalgia por mi país. De él sólo echo de menos a mis seres queridos, entre ellos algunos pocos amigos.
Imagen: Perón dándole el mazo a José López Rega, con el retrato de Leopoldo Lugones entre ellos. Dibujo: Bob Row.

miércoles, 10 de junio de 2009

ESCRITORES Y EDITORES FIRMAN UN ACUERDO HISTÓRICO


El 8 de junio, el Gremi d'Editors de Catalunya, la AELC (Associació d'Escriptors en Llengua Catalana) y la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) firmaron, después de dos años de arduas negociaciones, un acuerdo histórico orientado a adaptar los modelos de contratos de edición y traducción a la actual realidad de la industria editorial.
Además de los modelos tradicionales, en los que se han introducido importantes mejoras para una mejor percepción de los derechos de autor, se han incorporado otros dos referidos a la obra colectiva y a la obra de encargo. En el primer caso, los editores ya no podrán utilizar el concepto de obra colectiva -diccionarios, enciclopedias, etc.- para salvaguardar sus intereses y derechos en otro tipo de obras con el consiguiente perjuicio económico y moral a los derechos de los autores. En el segundo caso, el contrato de obra de encargo es una novedad que abre la puerta a una futura modificación de la Ley de Propiedad Intelectual, porque busca salvaguardar los intereses y derechos de los editores en determinados tipos de obras sin menoscabo de los derechos autorales. El contrato de obra de encargo, es decir de aquélla pensada y encargada por el editor, establece que el editor es legítimo gestor patrimonial de tal obra, sin que esto suponga la apropiación los derechos del autor, quien percibirá las cantidades que le correspondan por la explotación. Asimismo, si el autor percibe una cantidad a tanto alzado por una primera edición, ésta cantidad ha de suponer una retribución proporcional a la tirada.
El acuerdo también contempla, entre otras acomodaciones, la devolución al autor de los derechos que haya cedido al editor por la explotación de la obra en otras modalidades o soportes -fílmicas, radiofónicas, digitales, e-books- si pasado un determinado plazo el editor no ha hecho uso de ellos, la visibilidad de los traductores, la adopción de un sistema de cómputo de las unidades de pago, etc.
Aparte, pieza importante del acuerdo, es la creación de una Comisión paritaria que institucionalizará las reuniones entre editores y autores, para hacer el seguimiento de los contratos, resolver por consenso los conflictos que pudieran darse para evitar que lleguen a instancias judiciales y abordar las actualizaciones contractuales que impongan la dinámica editorial y los avances tecnológicos.
Considerando que Barcelona es la capital mundial de la industria editorial de habla castellana, es evidente la repercusión y proyección que estos acuerdos tendrán en el resto del país.
Imagen: Autores y editores posan para la foto de familia tras la firma del acuerdo en la sede del Ateneu de Barcelona. Foto: Joan Roca.

viernes, 5 de junio de 2009

KILL BILL MATA A SALTAMONTES POR PLACER

Informan los medios de comunicación que el actor David Carradine fue hallado muerto en la habitación de un lujoso hotel de Bangkok. Carradine pertenecía a una familia de actores y aunque trató de joven de eludir la profesión familiar no pudo evitar su sino. Primero quiso ser granjero y después siguió el camino de la flor, la paz y el amor vagabundeando de comuna en comuna, pero finalmente pudo más el poderoso influjo de los personajes de Shakespeare y Miller que su arrebato de rebeldía.
Fue así que un día se convirtió en Kwai Chang Caine, el Pequeño Saltamontes, como le llamaba su maestro en kung fu, en la famosa serie televisiva de este nombre. Encarnando a un monje shaolín que buscaba a su hermano huido de China recorrió el Lejano Oeste desfaciendo entuertos valiéndose sólo de su habilidad en las artes marciales y su fortaleza espiritual. El éxito de la serie le dio fama internacional y trabajó para directores como Scorcese, Bergman, etc.
«Cuando encuentras tu camino, el cielo parece más dulce», le había dicho el maestro al Pequeño Saltamontes, pero Carradine no parecía estar seguro de haber encontrado el suyo. Una desazón existencial lo hacía sentir incómodo en el mundo y las drogas y el alcohol amenazaron con apartarlo de él. A mediados de los noventa, la resurrección de la serie -Kung Fu: La leyenda continúa- y el papel de Bill, el implacable e impasible asesino de Kill Bill I y II, de Quentin Tarantino parecieron devolverle a la luz, aunque las huellas del tiempo y de los excesos eran patentes en su rostro.
Ahora, a los 72 años, mientras filmaba una película en Tailandia, ha sido hallado sin vida en la habitación de su hotel. Dicen que estaba desnudo y colgado en el interior de un armario, donde habría muerto en el fallido intento de un ejercicio masturbatorio. Acaso, cuando la soledad se le hizo insoportable en la búsqueda del dulce camino, Kwai Chang Caine volvió a escuchar al viejo maestro que le decía: «Saltamontes, sé tu mismo. Y nunca temas quedarte desnudo ante los ojos del resto».

LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

El confinamiento obligado por la pandemia que azota al mundo obliga más que nunca a apelar a la responsabilidad. Los medios de comunicación...