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Esperanza Aguirre, ex presidenta de la Comunidad de Madrid |
Los escándalos de venalidad de los políticos son la punta del iceberg de la corrupción de la actividad política, dado que bajo la superficie de lo lícito se ocultan conductas reñidas con la ética y la responsabilidad obligatoriamente observables por los servidores públicos. Junto a los casos de corrupción clásica - Gürtel, Mata, Fabra, Pokemon, etc.- que implica el soborno también son casos de corrupción el paso más o menos inmediato de altos cargos políticos a la empresa privada.
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Rodrigo Rato, como ministro privatizó Telefónica, de la que ahora es consejero para Europa y América Latina. |
Como la mujer del César, el político no sólo ha de ser honesto, sino parecerlo. Pero este no es el caso de Juan José Güemes ex consejero de sanidad de Madrid, fichado por la empresa Unilabs, a la que había adjudicado el servicio público de análisis; Pedro Morenés, ministro de Defensa y vinculado a empresas armamentísticas; Rodrigo Rato, ex ministro de Economía del primer gobierno de Aznar durante el cual privatizó Argentaria, Tabacalera, Endesa, Repsol y Telefónica, ex director gerente del FMI y director de Bankia, fichado por Telefónica, y Esperanza Aguirre, ex presidenta de la Comunidad de Madrid, quien después de acomodar las leyes para la instalación Eurovega, renunció de este cargo para fichar por Seeliger y Conde manteniéndose como presidenta del Partido Popular de Madrid. Después de estos casos, que no son los únicos sino los más recientes, viendo las medidas favorables a los bancos y a las grandes corporaciones que el gobierno del PP está tomando a golpe de mayoría absoluta en el Parlamento cabe preguntarse ¿por quién fichará o habrá fichado ya Mariano Rajoy y con él los muchos que participan en el desmantelamiento del Estado de bienestar? Pero dado que esta pregunta sólo transmite una sospecha, quizás la pregunta que debe hacerse el ciudadano es ¿qué es la corrupción? Para responder a esta pregunta recurro a la definición que doy de «corrupción política» en mi Diccionario político. Voces y locuciones (El Viejo Topo, 2012).
La corrupción política es el «uso deshonesto del poder gubernamental con el propósito de obtener un
beneficio ilegítimo, generalmente secreto y privado. La corrupción política se
manifiesta de muy diversas formas, aunque las más frecuentes son el uso
indebido de información privilegiada, el tráfico de influencias, los sobornos,
las extorsiones, la malversación de fondos públicos, la prevaricación, el caciquismo,
el fraude electoral, el nepotismo, etc. y afecta desde los más altos cargos de
gobierno hasta el funcionario que ocupa el puesto más bajo del escalafón
administrativo. Su origen está en las tensiones que produce la confrontación
entre los intereses públicos y los privados, en particular cuando estos últimos
hacen sentir su influencia en las instituciones del Estado.
La corrupción
política tiende a degradar la credibilidad de la clase política, a menoscabar
el respeto a las instituciones públicas y a comprometer el Estado de derecho,
lo que da lugar al mal funcionamiento de los servicios públicos, la mala
calidad de vida de los ciudadanos y las prácticas anómalas de la justicia, al
mismo tiempo que facilita el tráfico de drogas, el lavado de dinero y otras
actividades del crimen organizado.La corrupción se plantea como un problema real cuando infisiona el
sistema social de relaciones y se convierte en un fenómeno difícil de precisar
y juzgar. En el primer caso, la dificultad
se debe a la diversidad de las actuaciones, que van desde el soborno de un
funcionario de ventanilla hasta el regalo interesado a un alto cargo de
gobierno o a un grupo de diputados para que sancione o rechace determinada ley
o favorezca a un lobby en una
licitación, en el segundo a los diferentes grados de percepción que los actores
y la ciudadanía tienen del fenómeno. Generalmente, en este caso, la opinión
pública es la que determina el alcance de la corrupción y su mayor o menor
identificación con las conductas corruptas, según quienes sean los corruptos y
los corruptores.
En el orden político la corrupción se localiza en los legisladores, los
partidos políticos y la Administración y se asienta en la mayor o menor
venalidad del político y su grado de ambición personal, política o económica;
el nivel de competencia entre los partidos políticos y sus recursos para la
financiación de sus actividades, y el grado de organización de los grupos de
presión, así como la existencia o no de competencia entre ellos. La corrupción
legislativa se verifica mediante las votaciones que sancionan o rechazan leyes
que afectan a grandes corporaciones que conforman poderosos grupos de presión
ilegales.
La corrupción de los partidos parte del deseo de la formación
política de asegurar su triunfo electoral y su acceso o permanencia en el
Gobierno mediante espectaculares campañas de propaganda, beneficios
clientelares o compra de votos, etc. Las posibilidades de éxito de estas
campañas se ven favorecidas al influir sobre una base electoral pasiva,
acrítica, mal informada y vulnerable a la demagogia, y por la acción eficaz de grupos
de presión bien organizados, que actúan protegidos por la misma red política. La
corrupción administrativa tiene que ver con la venalidad de los funcionarios y
su capacidad para bloquear o acelerar la aplicación de una ley, una sanción,
etc., dar trato preferencial o filtrar información.