En el imaginario popular, los artistas han de vivir del aire y por amor al arte. Sobre esta creencia se ha sustentado una brutal campaña contra los derechos de autor y la propiedad intelectual.
Algunos ideólogos ultraliberales -Stephan Kinsella, Joost Smier- defienden la desaparición de los derechos de autor y de la propiedad intelectual para reducir los costos de producción de los productos culturales negando el principio de originalidad. Sobre estos supuestos principios erróneamente vinculados a la libertad de expresión y el derecho a la información, algunos grupos de internautas reclaman la gratuidad de los contenidos culturales por el simple hecho de aparecer en la red.
Estas argumentaciones han abierto la caja de los truenos y muchos artistas parecen haber tomado conciencia de la naturaleza de su trabajo y han comenzado a reflexionar sobre los aspectos profesionales y sobre sus relaciones con las distintas industrias que explotan sus producciones artísticas. Esta toma de conciencia ha hecho aflorar a la superficie el desamparo social y laboral de miles de creadores, cuya situación es equiparable a la de un obrero textil del siglo XVIII.
La mayoría de los trabajadores artísticos va constatando que las condiciones en las que desarrolla su labor creativa no son las de un trabajador independiente y autónomo [lo es sólo en tanto creador] sino las de un trabajador en relación de dependencia encubierta. Esta relación laboral espuria es la que determina los abusos empresariales, los contratos draconianos y la incomprensión social. Sobre estos supuestos, y no obstante la precariedad de sus trabajos y los largos tiempos de elaboración de sus creaciones, no son considerados profesionales y los gastos de producción y las cargas sociales e impositivas recaen exclusivamente sobre ellos, redundando negativamente en sus economías domésticas.
A fin de paliar esta situación, grupos de artistas españoles - escritores, traductores, guionistas, bailarines, escenógrafos, coreógrafos, bailarines, creadores audiovisuales, ilustradores, etc.- a través de sus asociaciones más representativas han constituido la PECA (Plataforma Estatal de Creadores y Artistas) con el propósito de redactar un Estatuto del Artista y exponer su problemática y la necesidad de una legislación que ampare no sólo sus derechos artísticos sino también sus derechos como trabajadores.
Imagen: En tiempos de crisis (Funambulista 1), de Raquel Bullón.