La humillante derrota sufrida por la selección argentina en el Mundial de Fútbol ante los alemanes no es una sorpresa. Sí lo es que un equipo desestructurado haya llegado tan lejos sólo con el talento de algunos de sus jugadores y ese espíritu competitivo que los distingue.
Lo que ha sucedido es el resultado de un cúmulo de despropósitos generado por dirigentes irresponsables en un país habituado a ellos. Un país con una clase política que ha llevado al lumpen y al ignorante a la categoría de pueblo y a la soberbia como signo de cultura. Personajes que como Grondona, presidente de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) y su camarilla hayan situado al frente de la selección a un pobre diablo de inteligencia pedestre como Diego Armando Maradona, refleja el poco rigor profesional con que se toman las cosas. Personajes que, como Aníbal Fernández, jefe de Gabinete del Gobierno nacional, se dirijan al responsable del ridículo hecho por una selección que ni siquiera mereció clasificarse, con una nota «quedate, que yo te banco a muerte», reflejan hasta qué instancias ha llegado la necedad.
Diego Armando Maradona fue un grandísimo jugador de fútbol. Nada más. Eso que ahora anda haciéndonos sentir vergüenza es una marioneta ridícula en manos de gente sin escrúpulos, que necesita de la irracionalidad «popular» para asegurarse sus cuotas de poder. De todos modos, si alguno cree que Maradona tiene algo en el cerebro coincidirá conmigo en que no es inocente en este desaguisado y, por lo mismo ni siquiera merece que se le acepte la renuncia.
Como a cualquier trabajador que hace mal su trabajo, y en este caso muy mal porque es inepto para él, debe ser despedido. No hay que preocuparse por su futuro. Algunos de los miles de fanáticos que fueron a recibirle a Ezeiza y brindarle su apoyo después de su deplorable actuación en Sudáfrica seguramente estarán dispuestos a hacer una colecta para que no pase hambre en el paro.
Tras este despido, si a los dirigentes del fútbol argentino les queda algún escrúpulo en alguna parte, en el zapato o en la conciencia, deberían utilizarlo para renunciar. Claro que esto ya es mucho pedir y hasta que alguien les dé una patada en el culo, para decirlo con expresión del presidente Obama, es difícil que las cosas cambien.
Como a cualquier trabajador que hace mal su trabajo, y en este caso muy mal porque es inepto para él, debe ser despedido. No hay que preocuparse por su futuro. Algunos de los miles de fanáticos que fueron a recibirle a Ezeiza y brindarle su apoyo después de su deplorable actuación en Sudáfrica seguramente estarán dispuestos a hacer una colecta para que no pase hambre en el paro.
Tras este despido, si a los dirigentes del fútbol argentino les queda algún escrúpulo en alguna parte, en el zapato o en la conciencia, deberían utilizarlo para renunciar. Claro que esto ya es mucho pedir y hasta que alguien les dé una patada en el culo, para decirlo con expresión del presidente Obama, es difícil que las cosas cambien.