Hay cierta correspondencia que debe trascender el ámbito privado, sobre todo cuando le dices a tu corresponsal algo de él que te gustaría que supieran muchos más. El siguiente es el mail que le dirigí a Mario Satz por el libro que le publicó RBA:
Querido poeta, he leído «La abeja del rey Salomón» y he disfrutado con tu poesía y con tus enseñanzas fabuladas. Tenía la sensación de continuar leyendo «El Buda de la risa», pero con otro registro, con otro paisaje y, sobre todo, con ese punto de complicidad que te da un personaje tan entrañable como Salomón. Las leyendas, como la del coleccionista de pestañas, están incorporadas y narradas con inteligencia ofreciendo al lector nuevas ventanas para asomarse a la sabiduría, que no es otra cosa que la comprensión de las cosas del mundo. Es por esto que, en el universo ficcional, resulta natural que un hombre encuentre respuestas en una abeja o en unos pájaros, del mismo modo que en la tradición y en la palabra de otros sabios. La armonía surge del reconocimiento y el respeto de la alteridad.
Tus delicadas acuarelas tienen la virtud de embellecer el libro y dar al lector una pista más de tu sensibilidad. Gracias, poeta.
Tus delicadas acuarelas tienen la virtud de embellecer el libro y dar al lector una pista más de tu sensibilidad. Gracias, poeta.