sábado, 28 de junio de 2008

El horror y la belleza













Hay obras plásticas, escultóricas y literarias que tienen la capacidad de provocar en quien las mira o las lee confusión o una perturbadora contradicción emocional. Esto sucede con aquellas creaciones en las cuales el artista se adentra en lo más profundo del alma humana y constata angustiado que la belleza no siempre es ajena al horror. No lo es en la medida que el creador ha de valerse de aquélla para descubrir éste a los demás. Los mitos, como los ritos ancestrales, son sublimaciones de esta inquietante circunstancia, que se prolonga en el relato, el cuadro o la escultura de aquellos creadores que asumen su misión con el rigor de la honestidad.

En el El nacimiento de Venus, Sandro Botticelli opta por el pudor y ahorra al espectador el relato brutal que precede a tal nacimiento. Sin embargo, la historia -también narrada por Homero- de la castración de Urano por Crono, quien arroja los órganos sexuales de su padre al mar, late en el cuadro. Goya, sin embargo, reniega del pudor y deja que sus pinceles describan el instante en que Crono (Saturno) devora a uno de sus hijos. En ambos casos la belleza está unida al horror. En la pintura de Botticelli -cuyo candor es sólo aparente- el horror es pálpito de la belleza, mientras que en la de Goya la belleza se desnuda como expresión del horror ¿Significa esto que Botticelli, al ocultarlo, rechaza el horror y que Goya lo exalta? ¿Significa esto que sólo en el cuadro de Botticelli hay belleza y que en el de Goya sólo hay horror?
Hace tiempo, en Nadadores de altura escribí el siguiente poema: Verdugo y nadador nadan juntos. / El horror los incumbe. Desnudo uno. / Con el hábito de rigor el otro./ El dolor y la impiedad vulneran sus vidas. / Distinta es la tortura que los derrota./ Otra la muerte que los distingue.
[Imágenes: El nacimiento de Venus, Sandro Botticelli, 1485, Galería Uffizi, Florencia; Saturno devorando a uno de sus hijos, Francisco de Goya, 1819-1823-Museo del Prado, Madrid]

LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

El confinamiento obligado por la pandemia que azota al mundo obliga más que nunca a apelar a la responsabilidad. Los medios de comunicación...