
El jueves 5 de junio, José Tomás se enfrentó al toro y mostró la dramática belleza de la crueldad. Este día, el toreo reveló todo lo que tiene de rito ancestral en su origen. El hombre y el toro representaron las fuerzas atávicas que tensan el mundo enfrentándose a un duelo litúrgico definitivo. No hubo aquí comercio ni concesión. El hombre no sucumbió al instinto de supervivencia y le dio a la nobleza del toro la correspondencia de su honestidad. Fue así como ambos trascendieron su condición y recrearon en la arena el tiempo del mito. Otra vez Eros y Thanatos impelidos a un duelo primordial tan cruel como bello. Y es por eso que, aun aborreciendo el espectáculo del sacrificio, podría preguntar a José Tomás: «Poeta ¿qué más vio al borde del abismo?»