lunes, 8 de septiembre de 2008

EL PRINCIPIO DEL UNIVERSO


Anaxágoras, filósofo griego del siglo V a.C., afirmaba que el cielo era de piedra, es decir, una especie de caverna. La palabra latina caelum (cielo) procede al parecer de caelatum, que significa «que está cincelado». Zoroastro o Zaratustra, el fundador del mazdeísmo, en el siglo III d.C., celebraba algunos rituales en grutas, porque «representa para él la imagen del Universo del que Mitra era su demiurgo, mientras que lo que había en su interior ejemplificaba, en intervalos simétricos, los símbolos de los elementos y zonas del Universo», según se lee en La gruta de las Ninfas, de Porfirio.
En 2008, cerca de Ginebra, en una gigantesca cueva con forma de anillo de 27 km y a 100 m de profundidad, científicos del CERN (Centro Europeo de Investigación Nuclear) pondrán en marcha el más potente acelerador de partículas atómicas del mundo. En él, a 271ºC bajo cero y a una velocidad cercana a la de la luz, partículas subatómicas chocarán unas 600 millones de veces por segundo originando una impresionante cantidad de energía que simulará los primeros instantes de formación del Universo. El irónicamente llamado Big Bang.
Como los primeros hechiceros, filósofos y sacerdotes, los científicos de hoy también se preguntan por la materia del cielo, las estrellas, los planetas y el cosmos todo. La inextinguible ambición de conocer la naturaleza de humana y el Universo, que dramáticamente mitifica el gesto de Eva tomando el fruto del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, sigue viva. Acaso eso que llamamos pecado original sea nuestra verdadera misión. «Ir a un lugar al que nadie ha ido jamás», como dice Brian Cox, físico del CERN.
[Imágenes: Adán y Eva, de Lucas Cranach; Acelerador de partículas. Foto AFP]

LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

El confinamiento obligado por la pandemia que azota al mundo obliga más que nunca a apelar a la responsabilidad. Los medios de comunicación...