miércoles, 17 de diciembre de 2008

EL PERRO, EL ZAPATO Y BUSH


George W. Bush, el presidente de EE.UU. que el 9 de marzo de 2003 dio la orden de invadir Iraq con el pretexto de combatir el terrorismo y al margen del derecho internacional y sin la autorización de la ONU, viajó a este país para despedirse ante su inminente relevo en el cargo. Durante la rueda de prensa, un periodista iraquí le lanzó sus dos zapatos al tiempo que le gritaba «perro». Más allá de la manifiesta indignación del periodista local, compartida por no pocos de sus compatriotas y de gran parte de la comunidad internacional a los que el presidente estadounidense violentó y despreció, el gesto tiene un alcance simbólico mayor.

Bush representa a un grupo de poder económico y político que ha llevado el mundo a una situación crítica al alterar con su política irresponsable los equilibrios geoestratégicos del planeta, radicalizar el terrorismo, extremar la pobreza y amparar una doctrina económica que ha falseado la realidad y fomentado la corrupción como conducta natural del modo de vida occidental. En este contexto, la impunidad con que la poderosa secta que representa ha quebrantado las leyes y conculcado los derechos humanos, hasta el punto de crear espacios geográficos francos fuera de la ley donde la tortura es «legítima», ha acabado por socavar la autoridad moral del país más poderoso del planeta y, hasta no hace mucho, paladín de la democracia y la libertad. El zapatazo a Bush representa así una demostración de la pérdida del respeto por parte de la ciudadanía mundial víctima de la villanía no sólo a un hombre torpe sino a un país cuyo liderazgo depende tanto de su poderío económico y militar como de su capital ético y cultural.

LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD

El confinamiento obligado por la pandemia que azota al mundo obliga más que nunca a apelar a la responsabilidad. Los medios de comunicación...