A veces es necesario darse y dar un pequeño respiro. Saltar al otro lado de la frontera y dejar que el espíritu goce, aunque arrastre hilachas de lo cotidiano, ecos de violencia y desamparo social. Que, pagado el peaje de la rutina, el aburrimiento y la desesperanza, la imaginación viaje a su antojo o encuentre una estación, un cine, un recuerdo feliz y allí se tire recobrando fuerzas para que el cuerpo sobreviva. Pienso ahora en aquel pobre tipo, que en los EE.UU. de la gran depresión, se mal ganaba la vida vendiendo partituras musicales por los pueblos y conoce una maestra que le enseña la felicidad y juntos descubren otros sinsabores, traiciones, porque nadie es bueno del todo, y sueños. Esta es la línea argumental de una película magnífica que, en 1981, dirigió Herbert Ross y que tenía como protagonistas a unos geniales Steve Martin, Bernadette Peters y Christopher Walken y que se tituló Pennies from heaven, título a su vez de una muy conocida canción que interpretaba, entre otros, Frank Sinatra.
Cuando la conciencia estalla en los confines de la nada su explosión es un brillo fuera del mundo. (Nadadores de altura)
domingo, 7 de febrero de 2010
LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD
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