Valcálcerl, Rajoy y Camps (Foto: El País) |
El horizonte político y económico de España se presenta verdaderamente oscuro para la mayoría de los trabajadores. La posibilidad de que el Partido Popular gane las próximas elecciones municipales y autonómicas y el próximo año las nacionales se presenta como cierta, según las encuestas. La presunción de que esto ocurra no anticipa nada bueno para la sociedad en su conjunto.
En la antigua Roma existía la creencia de que la felicidad y la buena suerte de un niño dependía de lo que al nacer dijeran los dioses. Este es el origen de la palabra «dicha» y, consecuentemente, de «desdicha». Quizás como vestigio de ese origen, el diccionario de la RAE incluye la locución verbal «ponerse (o poner a) alguien hecho una desdicha» significa «ensuciarse (le) mucho la ropa».
Después de los escandalosos casos de corrupción, como los de Baleares y Gurtel, el mayor de la historia reciente de España, resulta incomprensible que los metidos hasta el cuello en ellos formen parte de las candidaturas del PP y, estos desdichados, se jacten de ello ensuciando las vestiduras de la ciudadanía española. Parece que esta masa irreflexiva de desdichados piensa que si «roban como roban es porque son eficaces». Tan eficaces que hasta procesan al juez que destapó la trama antes que a los imputados por corrupción.
Pero las filas del PP no sólo están integradas por desdichados. Aparte de las Aguirres y los Arena, aparecen los infames de Mayor Oreja y Mariano Rajoy negando la historia y pretendiendo ahora que el PP «nunca negoció con ETA», para utilizar una vez más el terrorismo como arma electoral y canonizar esa ultra derecha que representan. Y para rizar el rizo, ese pobre infeliz que es el ex presidente José María Aznar boicotea en EE.UU. con sus declaraciones los esfuerzos gubernamentales para salir de la crisis, como ya hizo hace años cuando el gobierno de Felipe González negociaba subsidios de la UE.
¿De dónde sacan estos desdichados que el gobierno actual es inepto? ¿Porque mantiene a duras penas las políticas sociales y, a pesar de todo, se resiste a otras medidas que piden a gritos la banca y los empresarios? Sólo basta imaginar el futuro con la situación política en Cataluña, donde ahora está en el poder CiU, coalición de una derecha moderada y, sobre todo, civilizada. Sin embargo, sus primeras medidas «eficaces» son recortar los presupuestos de Cultura, Educación y Sanidad. Ante esto, cuando la derecha radical e intolerante del PP gobierne ¿qué esperan los ciudadanos desdichados que haga? ¿Dejarán que pongan sus manos sobre el bienestar de los trabajadores, para que los de siempre aseguren su porvenir?