River Plate, el club más laureado del fútbol argentino ha consumado su decadencia y ha descendido a segunda. Miles de hinchas enfurecidos han salido a la calle pidiendo responsabilidades. Las escenas de hombres acompañados de sus hijos llorando y vociferando podrían ser acaso desgarradoras si no fuesen porque revelan lo peor de la cultura del país.
La dictadura militar acaecida entre 1976 y 1982 provocó una extraordinaria sangría de vidas y su política de latrocinio y de terror condenaron a la sociedad a la miseria económica y moral, a cuya superación una clase política populista y corrupta no ha contribuido. Esa quiebra de los valores éticos afecta a todos los grupos y estamentos de la sociedad y determina y condiciona los comportamientos individuales favoreciendo el desarrollo de la subcultura de la ignorancia y la brutalidad como recurso de poder.
En este contexto, la dramática decadencia del fútbol argentino no debe medirse por la calidad de sus jugadores, que sigue siendo estimable, sino por las estructuras que los rigen y en las cuales tienen tanto poder de decisión las llamadas «barras bravas» como los dirigentes. La mayoría de ellos, encabezada por el máximo dirigente de la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) puesto a dedo por la dictadura militar, representa una pequeña tribu mafiosa conectada con las más altas esferas del poder político y sindical. Más allá de los errores puntuales en el terreno deportivo que pudieran haber cometido los dirigentes de River, cabe preguntarse por la trama de intereses y corrupciones que han intervenido para el descenso de categoría de una institución deportiva histórica.
Pero causa perplejidad escuchar a los hinchas de River (como seguramente hubieran hecho los hinchas de Boca, de San Lorenzo, de Estudiantes, etc.) amenazar a los dirigentes porque les «han matado el alma». Al ver estos miles de individuos que hoy vociferan su bravuconería porque el club del que son hinchas pasará una temporada en el infierno, uno se pregunta dónde estaban y por qué no salieron con la misma bravura cuando en Argentina el gobierno peronista primero y la Junta militar después reprimían, mataban, desterraban y hacían desaparecer a miles de argentinos. La respuesta es tan brutal que provoca náusea y dolor de sólo pensarla.