Los escritores, los poetas, viven del aire por amor al arte. Son los elegidos para dar a la sociedad el alimento cultural que necesita para su progreso espiritual. No son de carne y hueso, pues han sido consagrados por la divina providencia como entes singulares ajenos a las necesidades del resto de los mortales. Son mensajeros alados del arte y la cultura; ángeles portadores del placer espiritual e intelectual al que los mortales tienen derecho.
Por esta naturaleza seráfica y por su alta misión social es que, en los albores del siglo XXI, el artista no tiene cabida en el sistema productivo de la sociedad moderna. De acuerdo con tales premisas debe vivir fuera de las exigencias ordinarias, y su producción, sus libros, su música, sólo merece la retribución caritativa o el mecenazgo del poder.
No extraña que el PP, que representa la derecha más cavernaria, considere a los artistas unos «untados» (Rajoy dixit) , pero sí sorprende que votantes de izquierdas reivindiquen el disfrute gratuito de libros, canciones, etc. en nombre de la «cultura popular». ¿De qué cultura popular se puede hablar dentro del sistema capitalista?
Por esta naturaleza seráfica y por su alta misión social es que, en los albores del siglo XXI, el artista no tiene cabida en el sistema productivo de la sociedad moderna. De acuerdo con tales premisas debe vivir fuera de las exigencias ordinarias, y su producción, sus libros, su música, sólo merece la retribución caritativa o el mecenazgo del poder.
No extraña que el PP, que representa la derecha más cavernaria, considere a los artistas unos «untados» (Rajoy dixit) , pero sí sorprende que votantes de izquierdas reivindiquen el disfrute gratuito de libros, canciones, etc. en nombre de la «cultura popular». ¿De qué cultura popular se puede hablar dentro del sistema capitalista?
Más allá de toda incomprensión, ignorancia o cinismo, cabe preguntarse si estos lectores/consumidores que tanto protestan contra el canon digital o el pago del derecho de autor por uso bibliotecario, creen de verdad que los artistas tienen que trabajar por amor al arte y, de ser así, si ellos estarían dispuestos a hacerlo, no ya gratuitamente, sino por la mitad de sus salarios por el bien de la humanidad. [Imagen: Bardin, de Max]