
Sin embargo, esta delimitación cronológica no evita la, diría que involuntaria, arbitrariedad y que en esta antología algunos poetas hayan cedido su lugar a otros que no lo son o al menos cuya obra no alcanza a definir sus supuestas poéticas. Creo que quien asume la osada tarea de hacer una antología no sólo tiene la obligación de conocer todo el material del que pretende sacar lo mejor, sino de, armado de criterio y honestidad profesionales, trascender las redes de intereses y capillas que no dejan ver lo esencial de la arquitectura ósea. Aparte de llamar la atención sobre el hecho de que algunos países parecen no tener poetas, hay dos grandes poetas cuya ausencia supone una grave omisión que desbarata los huesos de esta antología. Por eso me pregunto y pregunto al antologador ¿dónde están Carlos Vitale [Nada ha cambiado / sólo el sitio / en que mi cuerpo cae] y Neus Aguado [Tu rostro es la piedra del río…]? Porque se pueden desconocer a algunos por la razón que sea, pero no a estos que tienen una obra trascendente y conocida.