Hay documentos que, por la naturaleza de su contenido, son clasificados como secretos durante cincuenta años. Los ingleses los caratulan con la leyenda For your eyes only [Sólo para sus ojos]. Se supone que los de la reina y del primer ministro.
La Academia Sueca acaba de hacer públicas las actas secretas que recogen el proceso que acabó con la concesión en 1956 del premio Nobel a Juan Ramón Jiménez. Como sucede en muchos casos, estas actas no descubren nada que no se supiera. J.R.J. no fue apoyado por ningún español. Ni de dentro, ni del exilio.
«El mayor de los poetas vivos», como lo define su valedor, Cecil M. Bowra, profesor de la Universidad de Oxford, fue galardonado gracias al empeño de Hjalmar Gullbert. Este académico sueco valoró positivamente la «poesía mística» de J.R.J. no obstante parecerle carente del «ardor» de la poesía machadiana o lorquiana, y el resto de los académicos consideró el oportuno hecho político de que era español a pesar de los españoles. Ahora poco importan estas razones y sinrazones, porque la poesía de J.R.J. en su verdad esencial ha volado siempre más alto que la mezquindad y que las circunstancias. [Poema inédito de Juan Ramón Jiménez, cedido por la familia del poeta a la revista Caravansari, nº 1, Primer semestre, 2006]