Que el mundo fue y será una porquería / ya lo sé…(¡En el quinientos seis / y en el dos mil también!) reza la letra de Cambalache, un tango cuyo pesimismo no comparto, sin que esto quiera significar que creo que el mundo fue y será un paraíso o que lo fue en el pasado y que ya no lo es. Lo que esta letra de Enrique Santos Discépolo expresa con extremo derrotismo es una « verdad incómoda ». Podría decir que por los años treinta, cuando el mundo vivía una de sus primeras crisis globalizadas, Discépolo era un ecologista del ánimo, mientras que hoy Al Gore es un ecologista de la política, cuyo tango tiene la naturaleza del videoclip. Quizás esta es la diferencia entre el mundo de uno y el planeta de otro. En cualquier caso ambos llaman la atención sobre esa «maldad insolente» que corrompe la conducta humana y, consecuentemente, nuestro hábitat. Aunque haya quienes compartan la postura derrotista de Discépolo o la pasatista del primo de Mariano Rajoy, se hace imprescindible, como pide Al Gore, un compromiso activo de gobiernos y ciudadanos para reciclar nuestra responsabilidad, sanear las malas conductas sociales y salvar el mundo y el planeta. Devolverles la temperatura ideal para la vida. [Foto retocada del planeta azul]
Cuando la conciencia estalla en los confines de la nada su explosión es un brillo fuera del mundo. (Nadadores de altura)
lunes, 5 de noviembre de 2007
LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD
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